viernes, 12 de noviembre de 2010

ALIANZAS GUIADAS POR EL AMOR

NIDO DE AMOR /ARTICULO 14

Al escribirse con más frecuencia sobre la competencia maternal, sobre la diada madre/hijo y su influencia en el desarrollo infantil, pareciera que el papel del padre fuera de menor importancia, cuestión que NO ES ASÍ.

Al nacer, el bebé se desarrolla en respuesta a los estímulos sensoriales que provienen del cuerpo de la madre. Este cuerpo a cuerpo constituye un entorno suficiente para el desarrollo de sus respectivos aprendizajes, y para ello vale la pena que la madre se disponga a darse y a dar al nuevo ser una LACTANCIA SALVAJE como lo expuso Laura Gutman en éste enlace.

La misma autora, expone Un punto de vista femenino respecto a la Paternidad el cual comparto en un tópico: la labor paterna inicia con una empatia hacia las necesidades de la madre que desembocaran en un vínculo de armonia para el nuevo ser como escribí en EL PADRE HOY.

Sin embargo, contrario a L.Gutman; pienso que el padre no solo puede sostener a la madre en su función de maternaje; también puede maternar, si goza de las condiciones para ello, si las familias construyen alianzas / vínculos lejos de egoísmos o protagonismos, y si el Sistema aportará más en ello.

Carlos lo explicó sencillamente en su blog Seguir Creciendo porque aunque la madre tenga inicialmente un papel protagónico en algunos temas como Embarazo, Parto y Lactancia, los padres - varones afectuosos se vinculan progresiva y firmemente con nuestros pequeños.

A partir del segundo mes de vida, el bebé está más activo y alerta. Deja de vivir en un mundo en el que predomina el cuerpo a cuerpo y habita ya en un mundo sensorial en el que lo que descubre se percibe con los ojos del otro.

A escuchado desde antes las voces que le rodean, madre, padre y hermanos si los hay; aún cuando es amamantado o está en los regazos de su madre, la simple presencia del padre modifica sus emociones.

En El Triángulo de Primaria: Una visión del Desarrollo de sistemas de madres, padres y bebés; escrito por Élisabeth Fivaz - Depeurs y Antoinette Corboz, se nos presenta a la familia como un grupo práctico en el que cada acción de uno de sus miembros provoca las reacciones de adaptación de los demás. Cada familia entonces, realiza un tipo de alianza que establece en torno del niño un campo sensorial particular que guía su evolución.

En las familias cooperadoras, los tres miembros del triángulo (madre-bebé-padre) permanecen en contacto unos con otros y coordinan sus mímicas, sus palabras y sus actos.

Recuerdo que a los 3 meses de edad de mi pequeño Santiago, una mala rotación y el sobrepeso hicieron que cayera súbitamente al suelo con el bebé en brazos; una luxación de rodilla que me costó una cirugía reconstructiva y una dolorosa recuperación de la movilidad por 10 meses limitaron el compartir espacios con mi bebé.
Mi esposo entonces, sin ningún obstáculo laboral logró compartir día a día cada momento. Yo le amamantaba y arrullaba tendida en la cama o sentada en un sillón, y él le bañaba, cantaba, paseaba, vestía, llevaba al médico, en fin, maternó a mi lado. Jocosamente decía: "solo me falta la teta" y dada mi limitación para movilizarme con el bebé, el pequeño se negaba en ocasiones a estar en mis brazos y aceptaba feliz el cambio hacia los brazos de su padre. Esta circunstancia permitió como ninguna otra, compartir y colaborarnos al máximo. ¡Que padre tan madre!

No obstante, otras familias - otras parejas como mencionan las investigadoras Fivaz y Corboz, establecen alianzas basadas en el estrés y la interacción adquiere una forma distinta.

Padres que desean intervenir pero la resolución de los pequeños o mayores problemas parecen sólo de incumbencia de la madre. El niño se desarrolla frente a una madre irritada y un padre retraído. ¿Será quizas que le hemos hecho sentir al padre que es incapaz, inútil o poco conocedor del tema de bebés?

Otras alianzas son de competencia entre los progenitores. Marta hace todas las acciones de cuidado hacia su bebé, éste irritado llora y llora, mientras su padre mira el televisor pareciendo no importarle la situación ni el llanto de su hijo, ni la angustia de la madre, pues no se moviliza hacia ellos para auxiliar. El pequeño llora mirando a su padre, quien al largo rato como quien goza sentirse necesitado, le acoje acallándolo. Tal pasividad parece simplemente mostrar su "poderío".

Entonces, que bien haría a bebés, madres y padres tener "alianzas" cooperativas. Esas que se dan espontáneamente guiadas por el amor.

Un amor maduro lejos de egoísmos que disfrute tanto el DAR como el RECIBIR que abra caminos donde no hay.

4 comentarios:

oliva dijo...

Siempre es un gusto leerte. Me ha sorprendido leer: los diferentes tipos de alianzas que se establecen en las familias (alianzas basadas en el estrés, familias cooperadoras).
Realmente es así, dependiendo de las situaciones que se vivan en cada familia, se le transmite unas sensaciones u otras al bebé.

Mi hijo ya es mayor, pero su primer año de vida lo dediqué a prepararme mi primera convocatoria de oposición. Por tanto, no trabajaba pero el tiempo que él me lo permitía lo dedicaba a estudiar. Después de su primer año comencé a trabajar. Siempre me ha quedado la duda y malestar de que no atendí lo suficiente a mi hijo de pequeño. Me perdí más tiempo de estar con él. Tal vez, esta sensación y sentimiento sea extensible a la mayoría de mujeres trabajadores, sin una buena alianza con su pareja. Está claro que no supe establecer responsabilidades entre los dos (su padre y yo) para organizarnos mejor...

gracias por publicar temas interesantes, esto es como una terapia de tus sesiones de sicóloga...

Un saludo afectuoso.

✙Eurice✙ dijo...

Cuanta sabiduria expresas en tu blog Liliana, nunca cansas al leer, además sales de aqui fortificada y con la lección bien aprendida.
Gracias Maetra!
Un saludo

Psic. Liliana Castro Morato dijo...

@Eurice y Lemaki: Lecciones Eurice que se pueden compartir cuando se aprenden no solo con la razón sino con la experiencia, aunque ellas se hayan dado paso en circunstancias de dificultad.

Sin embargo creo que madres y padres deben procurar por el autoconocimiento y por el conocimiento mutuo ANTES de afrontar y disfrutar la experiencia parental, asi mas libres de egocentrismos y conductas infantiles podrian darse mutuamente en beneficio del nuevo ser que traen al mundo.

Como Lemaki, tambien esa sensación y sentimiento de no haber vivido una alianza colaboradora tambien la tuve con mi primer hijo. El trabajo y otros aspectos de la personalidad no maduros tanto mios como de la pareja no facilitaron esta primera vivencia en su momento.

Me alegra que el sentido de compartir para cavilar, desaprender y aprender con las entradas tenga buen eco en sus pensamientos, sentimientos como en los mios. Un abrazo para ambas.

Ileana Medina dijo...

Qué buen artículo, Liliana.

Y qué tema tan peliagudo.

A ver si puedo organizar lo que pienso en torno al tema.

Evidentemente estoy de acuerdo en que el padre también puede (Y HASTA DEBE) "maternar" y vincularse directamente con el bebé.

De los tres modelos de familia que ofreces, evidentemente el cooperativo es el ideal, donde todo el mundo esté dispuesto a DAR.

Sucede una cosa: inmediatamente tras el parto la díada madre-bebé es muy fuerte, y las madres solemos estar en un estado emocional especial, en otro planeta. Planeta oxitocina-prolactina.

Yo creo, que lo primero que debe hacer el padre es proteger esa díada a través del sostén de la madre, como dice la Gutman.

Es muy cierto, como dice ella, que muchas veces las mujeres decimos "quiero que bañes al niño", cuando en realidad queremos decir "quiero que me abraces". Pero no nos atrevemos.

Una vez que la madre se sienta cómoda y sostenida, el padre puede ir estableciendo también su propia relación con el bebé. Digo "una vez" y no "después", porque no tiene por qué ser temporal, puede ser desde el primer día de nacido, pero una vez que la madre se sienta cómoda, apoyada y sostenida.

El problema es que últimamente parece haber una corriente, de corte "feminista" o no, que proponen algo así como que, visto que las madres nos ahogamos con la crianza y que es horroroso estar todo el día disponible en pijama con un niño enganchado a la teta, debemos volver al trabajo y que el padre se ocupe.

La maternidad TAMPOCO HA ESTADO SOSTENIDA HASTA HOY EN LA SOCIEDAD PATRIARCAL. Lo que conocemos por maternidad es una impostura, como bien explican Victoria Sau y Casilda Rodrigañez. Porque la mujer herida, infantilizada, con baja autoestima, no puede ser la madre que puede llegar a ser.

Entonces, creo, que en este "momento histórico" toca reforzar la maternidad, reforzar la autoestima femenina desde el apoyo del hombre, y no terminar de matarla en nombre del PADRE.

Sucede que los padres están aprendiendo a reclamar su lugar TAMBIÉN en este mundo que es la crianza de los niños. Y las mujeres estamos aprendiendo a CEDERLO también.

Finalmente, creo que todo este camino nos llevará a un final feliz: el final de compartir mujeres y hombres tanto el mundo público como el mundo familiar y afectivo.

Pero hay que tener CUIDADO desde el lugar desde dónde se HACE: SI SE HACE DESDE EL LUGAR DE QUERER DAR Y OFRECER, o si se hace desde el lugar de QUE SEA EL OTRO EL QUE LO HAGA Y NO YO.

Si nos "peleamos" por ofrecer amor y cuidados al niño, por DAR Y POR SOSTENER, me parece un buen punto de partida hacia la familia cooperativa. Y un punto de partida maravilloso de toda la sociedad hacia VALORIZAR más el trabajo reproductivo que el productivo, valorizar más los afectos y los cuidados que el trabajo productivo remunerado. Que es el verdadero cambio de paradigma que necesitamos.

Pero si nos peleamos por que sea EL OTRO EL QUE LO HAGA,(que es lo que parece muchas veces) y por podernos volver pronto al mundo público/productivo del ego y la vanidad, entonces el resultado será el estrés y el desamor.

Ufff... para cuánto da cada una de estas reflexiones!!! Igual escribo yo un post también sobre este tema, aunque casi te lo he escrito aquí. :-)

Gracias, un abrazo!!!